Aceptar la maternidad: la experiencia de criar a dos niños menores de dos años

Mientras me siento a escribir esto, estoy rodeado de la alegría El torbellino de mis dos pequeños: uno anda en patinete por la casa y el otro se mete plastilina en la boca mientras aprende a dar sus primeros pasitos. El vibrante "desorden" de la maternidad es mi realidad diaria, y es un viaje que ha dado forma no solo a mi vida y a la de mi familia, sino también a mis dos emprendimientos, especialmente TravelTod, inspirados tanto por la Madre Naturaleza como por la hermosa imprevisibilidad de la crianza de los hijos.

El desafío de dos menores de dos años

Cuando nos enteramos de que estaba esperando nuestro segundo hijo, justo cuando el primero era todavía un bebé (8 meses), experimenté un torbellino de emociones: principalmente emoción, posiblemente ansiedad y un dejo de incredulidad. ¿Cómo iba a manejar a dos pequeños seres humanos que exigían mi atención y amor mientras intentaban seguir teniendo una vida propia? La realidad de ser madre de dos niños menores de dos años ha sido un verdadero desafío.

En aquellos primeros días, me sentía abrumada con frecuencia. Las noches de insomnio se convertían en días agotadores y aparecían momentos de inseguridad. Me preguntaba si podría hacer malabarismos con todo: amamantar, cambiar pañales, las rabietas de los niños pequeños y encontrar un momento para mí. No era raro oírme susurrar a mí misma: "Tú puedes con esto", mientras navegaba por el mundo impredecible de la infancia y la niñez.

Sin embargo, en medio de los desafíos, siempre hubo una alegría inmensa. Ver a mis hijos crecer juntos ha sido un tesoro. El tiempo ha volado y antes de que me diera cuenta, la etapa de "dos menores de dos años" estaba llegando a su fin. Recuerdo vívidamente el día en que mi hija menor comenzó a gatear, tomada de la mano de su hermano, y su risa ahora llenaba la habitación mientras jugaban juntos. Esos momentos de pura alegría, cuando comparten una sonrisa o un juego tonto, me recuerdan que incluso en los tiempos agitados, hay belleza y compañerismo en su vínculo. Que desde una edad muy temprana, les hemos dado el regalo más grande que podíamos: tener un hermano con quien crecer, con quien establecer vínculos, con quien ser amigos.

Cada día traen luz a mi vida y agradezco la alegría que me dan, tanto individualmente como en pareja.

La curva de aprendizaje

A lo largo de esta montaña rusa, he aprendido (y sigo aprendiendo) lecciones invaluables. La maternidad me ha enseñado la importancia de la paciencia, no solo con mis hijos, sino también conmigo misma. Cada día trae nuevos desafíos y he descubierto que la flexibilidad es mi mejor aliada. A veces, los planes se tuercen, las siestas se cruzan y las rabietas aparecen en los momentos más inconvenientes. En lugar de verlos como contratiempos, he aprendido a aceptar la espontaneidad que conlleva tener niños pequeños, a estar un poco más relajada y a "dejarme llevar".

Una de las lecciones más importantes que he aprendido de este viaje es el poder de la conexión. Mis hijos, a pesar de los 15 meses de diferencia, están profundamente entrelazados en sus experiencias. He visto cómo aprenden unos de otros, cómo se copian unos a otros (lo bueno y lo malo), cómo la risa y la alegría pueden llenar nuestro hogar incluso durante los días más difíciles. Su vínculo me inspira, recordándome que la familia no se trata solo de sangre, sino de cuidarnos y apoyarnos mutuamente en las buenas y en las malas. Mi esposo y yo aprendemos de ellos todos los días y apreciamos los preciosos momentos "sin pantallas", las actividades sostenibles, la narración de historias, entre otras cosas.

Las recompensas de la maternidad

A pesar de los desafíos, las recompensas de criar a mis hijos son inmensurables. Cada hito —las primeras palabras, las primeras comidas, los primeros gateos, los primeros pasos, las risas compartidas— llena mi corazón de una calidez que ninguna posesión material podría proporcionar jamás. Hay algo mágico en verlos explorar el mundo con tanta maravilla. Me recuerdan a diario la belleza de la simplicidad, ya sea una hoja que cae de un árbol o un charco que espera ser salpicado.

Este viaje también ha profundizado mi compromiso con la sostenibilidad. Quiero crear un mundo para mis hijos que sea rico en naturaleza y bondad. Como madre y fundadora de una marca infantil sostenible, me impulsa la creencia de que podemos cuidar a nuestros pequeños y, al mismo tiempo, cuidar nuestro planeta. Cada producto que creo está impregnado de amor y respeto por la Madre Naturaleza, con el objetivo de fomentar un sentido de responsabilidad en mis hijos a medida que crecen.

El equilibrio entre la maternidad y el emprendimiento

Hacer malabarismos entre la maternidad y el emprendimiento es una danza que requiere ritmo y gracia. Algunos días siento que estoy dominando los pasos, mientras que otros días siento que estoy tropezando. He aprendido a celebrar las pequeñas victorias, ya sea completar un proyecto o simplemente sobrevivir un día sin perder la cabeza. Es un recordatorio de que cada esfuerzo cuenta, sin importar lo pequeño que sea.

Mi pasión por la hospitalidad, junto con mi experiencia en el sector, crean una combinación perfecta para mi trayectoria empresarial. La importancia del servicio al cliente resuena profundamente en mí, ya que creo que cada interacción es una oportunidad para alegrarle el día a alguien. Esta dedicación se extiende a mi otro emprendimiento, donde fundé y gestioné una empresa de hospitalidad que también prioriza los principios sustentables y crea experiencias para viajeros de todo tipo. En ambos emprendimientos, me esfuerzo por crear espacios acogedores que reflejen mis valores y al mismo tiempo me aseguro de que mis clientes se sientan valorados y atendidos.

Al crear TravelTod, me propuse incorporar prácticas sostenibles, desde la obtención de materiales hasta la reducción de residuos, pasando por la logística y más. Cada producto representa no solo mi pasión por crear artículos ecológicos para niños, sino también mi compromiso de dejar un mundo mejor para mis hijos. Esta misión se ha convertido en una hermosa extensión de mi experiencia como madre, ya que me esfuerzo por criar pequeños conscientes y compasivos.

Conclusión: Un viaje que vale cada paso

Mientras afronto los altibajos de la crianza de nuestros dos pequeños (hoy de dos meses y medio y de catorce), recuerdo constantemente que este viaje es un regalo profundo. Los desafíos me han formado, las lecciones me han enriquecido y las recompensas han llenado mi corazón de alegría.

A todos los padres, sepan que no están solos en este torbellino de emociones, agotamiento y euforia. Cada día trae sus propios desafíos, pero el amor que cultivamos hace que valga la pena. Brindamos por abrazar la imprevisibilidad y cuidar de nuestros pequeños, porque en esta salvaje aventura de la maternidad, cada momento es precioso y cada paso es un testimonio de nuestra resiliencia y amor.

Espero que TravelTod no sólo te ofrezca una encantadora gama de productos, sino que también proporcione un espacio para reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y el entorno que estamos creando para nuestros hijos.

Con amor,

Giselle
Fundador de TravelTod

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